lunes, 19 de mayo de 2014

Subida a Boltaña

Lo que mal empieza mal acaba. Ayer domingo al menos aprendí que lo mejor antes de una salida larga en bici no es precisamente salir a echar cañas. La cosa se complicó más de lo debido el sábado por la tarde y la tensión provocada por la visión de cómo la Liga de fútbol podía ir a parar al Barcelona motivó una ingesta excesiva de cerveza. Luego vino el gol del Faraón Godín (no el Mariscal como bauticé en la anterior entrada al defensa uruguayo que ni tan siquiera es de Montevideo como también apunté en la mencionada entrada), pero la cosa ya se había ido de las manos. En la cama antes de las 12 de la noche pero habiendo repostado lo que otros sábados a las 4 de la mañana.

Eso provocó una noche de mal dormir, reseco, boca pastosa y mal de tripa. Lo que se hubiese ido purgando durante una noche normal a base de más cervezas yendo a los bares se tuvo que quedar ahí quieto en la barriga mientras intentaba dormir. Porque para el domingo había una salida programada. Hasta Boltaña ni más ni menos.

Otro día con más tiempo cuelgo el perfil

Me levanté a las 07:00h con mal cuerpo, para qué nos vamos a engañar. Intenté desayunar bien pero me fue complicado ya que tenía la hormigonera en standby. Ni para delante ni para detrás, yo creo que estaba en huelga por lo del sábado por la tarde. Así es que mal desayunado me encaminé al garaje a por la bici.

Al ir a hinchar las ruedas como hago siempre antes de cada salida, marco una nueva muesca en esa cadena de despropósitos que llevo arrastrando en lo que averías mecánicas se refiere. Me quedo literalmente con la válvula de la cámara en la mano. La jugada fue como sigue. Al ir a desenrroscar el pitorro de la válvula, éste no cede. Al ir a hacer un poco más de fuerza empieza a salir aire. ¿Por dónde sale el aire?. No me da tiempo a contestar la pregunta.

Como quien descorcha una botella de champán me quedo con pitorro y parte de la válvula que sale disparada por la presión del aire. La rueda de deshincha al momento. Increíble. He leído que ciertas válvulas quedan arrancadas debido a que al frenar la cámara va resbalando dentro de la cubierta y al final el agujero de la llanta termina cizallándolas. Pero es que está salió recta, como si fuera un corcho. En fin...

Una vez solventado esta nueva incidencia sin aparente explicación partimos por la carretera de Castillazuelo, David, Jesús y un servidor por parte del Barranqué y Héctor y Jordi por parte de la villa navalera. Son como las 08:30h y la idea es subir hasta Huerta, después por Adahuesca, bajar al cruce del puente, y llegar hasta Colungo.

La marcha transcurre tranquila hasta el cruce del puente. Se agradece ya que todos llevamos el cuerpo como un reloj parao, algunos más que otros. En la primera rampa hacia Colungo se desatan las hostilidades ya que se avista un grupo de unos seis ciclistas que se nos acercan. Pensando que nos pueden quitar el sitio para almorzar, los gallos del grupo deciden lanzar un demarraje sin contemplaciones. Luego descubrimos que uno de ellos, David, no ha hecho sino adelantarse para parar a mear.

Peor aún. Al rebasarlo todo el grupo parece el BMC de Cadel Evans lanzando un ataque después de que todo el pelotón se caiga en plan ruin y rastrero. Ya no se parará el ritmo hasta Colungo a donde llegamos para almorzar cogiendo un buen sitio en La Olla.

No somos los primeros en aparecer por allí aunque el aluvión de ciclistas que llegan después es bastante grande de modo que se ven desbordados y la longaniza con pan con tomate y las cañas tardan en aparecer. Deben de ser las 10:00h, hasta cerca de una hora después no levantaremos el culo del asiento. Creo que ese parón ya no me sentó muy bien.

Enfilamos San Caprasio poco antes de las 11:00h. Intenté en vano modificar el programa establecido aludiendo al ligero retraso que arrastrábamos pero no lo conseguí, así es que tras coronar el puerto todavía de manera bastante digna aunque ya algo retrasado comenzó el calvario.

Primero el descenso en el que perdí más tiempo que subiendo y es que no termino de quitarme el miedo en las bajadas. Creo que irá para largo, además el hecho de ir acompañado quieras que no te obliga a intentar seguir a los demás y ahora mismo no estoy para esas historias. No lo paso bien en cuanto la bici se embala y más cuando hay curvas ciegas y la carretera no tiene un par de carriles. Me bloqueo y voy frenado y de esa manera la gente se va y se va...

A pie de puerto estaban esperando pero, tal y como estaba programado a pesar de que intenté que así no fuera, enfilamos por el desvío de Lecina. No sé el resto de la gente pero a mí me pasa que al descender un puerto en tensión me agarroto de mala manera, y me canso. El resultado el previsible, al comienzo de la primera rampa seria hacia arriba perdí el contacto con el resto.

Estoy más que acostumbrado a rodar solo, de hecho en cierta modo hasta lo prefiero, pero no es lo mismo empezar y acabar solo que ir de pegote en un grupo. A eso sí que no me acostumbro. De una subida de 7 km hasta Betorz que es una delicia y que pienso repetir pertrechado de la cámara de fotos y parando donde me dé la real gana hice una mierda pinchada en un palo. La carretera es estrecha, no hay tramos largos y no se ve lo que hay por arriba. Pierdes al grupo y lo pierdes. En un puerto más despejado lo hubiese visto pero allí me agobié pensando si les tocaría esperarme mucho rato o no.

Tócate los cojones. Lo que hace el ir mal dormido, cansado, y con los pensamientos no muy claros. Lo que en otras circunstancias me hubiese dado lo mismo, donde hubiese parado a mear, a comer unas galletas y a echar unas fotos... pues nada de eso, pedaleando cara arriba como un imbécil. Me pareció en algunos tramos una subida bonita, seguro que la próxima vez con más tranquilidad me lo parecerá más. Y lo peor de todo es que al llegar arriba no se me ocurre otra cosa que tocar y dar media vuelta diciendo: "Bueno, voy bajando que seguro que me cogéis".

Ni beber decentemente, ni comer, ni nada. Ahí firmé la sentencia. No tardaría en llegar. Tras el descenso de nuevo atrancado y frenando más de lo debido volvimos a la carretera principal poniendo rumbo a Bárcabo. Pensaba que desde allí estaba hecho pero el puerto de Eripol que no tiene más que un par de rampas que en condiciones normales se deben pasar tan ricamente me dieron la puntilla.

Llegué a Arcusa de mala leche. Estos iban a su ritmo y paraban de vez en cuando para recoger al cadáver rodante pero no lograba permanecer integrado en el grupo mucho tiempo. Cualquier repecho o, peor aún, cualquier bajada de consideración constituían un desafío tremendo. Ahí me acordaba de Floyd Landis cuando dio el positivazo del Tour '06 después de cruzar puertos como un sarrio y sacar una minutada a todos. Cuando se defendió diciendo que la noche de antes se había calzado una zorrera de escándalo y el alcohol había obrado maravillas en su cuerpo. Que no se había inyectado EPO ni testosterona sino que la cerveza y el whisky habían mutado su organismo en una máquina de rodar. Ya, y una mierda. Mis piernas no daban para más, no sabía si me faltaba un vial de EPO o haber rematado el sábado con un par de cubatazos para que se obrara el milagro a lo Landis.

Cruzamos un tramo de tierra, tal cual, de como medio kilómetro y otro más largo de gravilla y sin líneas pintadas en la carretera. Llegamos a Latorrecilla tras un descenso en el que la bici volaba y al estrecharse la carretera y serpentear entre campos viendo la Peña Montañesa de fondo me vine arriba otra vez. Yo esperaba eso de esta marcha, carreteras ratoneras para rodar con tranquilidad, no unas rectas de 1 km al 8% para bajar con la bici a 70 km/h.

Por último, Guaso, otro descenso pero esta vez por carretera estrecheta y nos plantamos en el Monasterio de Boltaña. Y de allí al merendero que tienen montado al lado del campo de fútbol donde esperaban las parientas con la criallería. Eran cerca de las 14:00h.

En total, 95 km en 4h 30'. A 21 km/h... no había gasolina para más.

En cuanto me quité las zapatillas y toqué el cesped tirándome todo largo lo tuve muy claro. De hecho lo iba pensando desde Arcusa pero allí no tuve ya ninguna duda. Iba a hacer la del equipo Sky. Ya saben, dices que te duele la espalda o que tienes fiebre y abandonas el Giro del Italia (o no te presentas a la salida). No me dolía nada en concreto ni iba especialmente cargado de piernas pero no iba bien de nada. Ni de la tripa, ni de fuerza ni sobre todo y lo que es peor, de cabeza.

Sólo pensar en hacer 75 km de vuelta (pues la vuelta era directa sin ascensión a Betorz ni Adahuesca) haciendo la goma cada cinco kilómetros no me compensaba de ninguna manera. Así es que decidí bajar en coche con mi cuñada Sonia aún a riesgo de tener que soportar a mis sobrinas. 

Comimos todo lo que nos permitió a algunos la tripa bloqueada ya de por sí y más por el esfuerzo que hace que aunque el hambre sea acuciante mientras se está dando pedales una vez en reposo no haya manera de meter alimento sólido. Y hacia las 15:30h los cuatro valientes que aún quedaban con fuerzas y ganas se prepararon para el regreso. Una hora después ya más rehecho medio me arrepentí por no haberles seguido pero enseguida se me pasó. Se estaba muy bien de charradeta.

Además estaba ocupado purgando y pagando el billete de vuelta, esto es, haciendo de caballito y aguantando a críos colgados por encima mientras tiraban globos de agua y pensaban en hacer las mil putadas a su tío que se las permite.

Dicen que los cuatro valientes se plantaron en Colungo sobre las 18:00h y pararon a merendar otra vez en La Olla. Dicen que bajaron bastante a cuchillo. Dicen que una retirada a tiempo (sin dejar de ser una cobardía) a veces es una victoria. Pues eso, Boltaña no la moverán del mapa así es que ahí estará para volver a ir un día con más ganas... y regresar dando pedales. ¡Y el día de antes desde luego que no bebo una sola caña ni de coña!

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